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Foto del escritorKen Shin Kan Dojo

Kihaku

Actualizado: 8 abr 2021


Siempre que regreso al Reino Unido después de ver kendo de alto nivel en Japón, me choca una gran diferencia en nuestro kendo –mostramos mucho menos kihaku. No quiero decir que nuestro kiai no es lo suficientemente alto, pero en general, no mostramos la misma fuerza interior y explosión que demuestran nuestros pares Japoneses. Kihaku se refiere a la fortaleza espiritual que aportamos a nuestro keiko. Fuera del dojo, en el Japonés de cada día, una traducción más común sería “vigor”.

Cómo esta diferencia se manifiesta, es difícil de explicar, pero déjenme intentarlo. Empieza desde el momento en el que nos ponemos de pie desde sonkyo; en vez de una actitud “esperemos y veamos que sucede”, deberíamos ser efervescentes como una barra de magnesio en el agua, buscando una oportunidad para atacar. Cuando encontramos esa oportunidad, deberíamos explotar, acelerando después del ataque y llevando nuestra determinación hasta el zanshin.

Parcialmente, la forma de adquirir esto es a través de una respiración correcta – tomando una gran bocanada antes de enfrentarse, soltando un poco a través del kakegoe, sosteniendo el remanente en tame, y luego liberarlo completamente en el ataque. La respiración por si sola no es suficiente. Necesitamos estar en un estado de disposición constante, siendo capaces de atacar a voluntad. Cuando hagamos el ataque, este necesita ser con compromiso total. Ganemos o perdamos, debemos entregar el 100 por ciento de nuestra energía y esfuerzo. Nuestro movimiento hacia delante, particularmente para el men, debe ser lo más rápido posible, aumentando la aceleración a medida que atacamos.

El ataque en si debe ser preciso, no con fuerza. Un movimiento rápido y relajado con buen tenouchi, en la forma de hacer esto, y sin mencionar que nuestro fumikomi, postura y corte deben ser uno solo. No todos están en una posición para hacer esto. Si estás en las primeras etapas de tu carrera en el kendo, entonces todavía estás trabajando en hacer las bases correctamente y es casi imposible poner el máximo esfuerzo en un ataque, cuando aún estás pensando en la mejor manera de hacerlo. Cuando la técnica es practicada hasta que se hace una segunda naturaleza, es momento de dejar el pensamiento consciente y dar todo lo que tienes.

Cuando era joven, estaba encantado que mis senpai Japoneses me hayan puesto el apodo “bala”. Estaba seguro que esto estaba basado en la fuerza y velocidad de mi ataque. Fue después que entendí que el motivo real detrás del apodo era que cuando íbamos a los bares en Kyobashi, después del entrenamiento, yo era considerado imparable. Aún así, fue algo que incrementó mi confianza mientras duró.


30 de Junio 2015

Traducción: José Vargas

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