¿Existe alguna diferencia?
En este tiempo de cuarentena a nivel mundial, en donde hemos tenido la oportunidad para compartir más con la familia, con los seres queridos cercanos o con uno mismo, pienso que nos ha permitido reconsiderar las cosas que son valiosas e importantes, al igual que replantear nuestras prioridades y enfoque hacia la vida misma.
La salud, el trabajo, la comida, las relaciones interpersonales, los contactos virtuales, las conversaciones significativas, la familia, el amor, la pasión verdadera en las cosas que realmente nos gusta hacer. Esto y muchas más cosas han pasado por nuestra mente en estos tiempos difíciles, extraños y atípicos en nuestra sociedad.
En el mismo hilo, nuestra práctica de kendo pasó de ser algo presencial a un entorno digital en donde podemos contar con tecnología que siempre estuvo a nuestra disposición pero que no sabíamos como darle un uso más provechoso como lo es ahora. La cantidad de nuevos espacios e iniciativas a nivel mundial para poder entrenar nuestro suburi, nuestro cuerpo, la técnica y la teoría, son incontables, y a su vez, únicos en sus respectivos contextos locales e internacionales.
Sin embargo, aún cuando participamos de las reuniones y eventos digitales, en donde compartimos con amigos, sensei, senpai, kohai y personas a quienes conocemos por primera vez -lo cual es muy valioso-, no dejamos de hacer kendo contra nosotros mismos. El propósito del kendo sigue presente bajo la coyuntura de la pandemia.
Con esto en mente me planteo la pregunta:
¿Estoy haciendo kendo o lo estoy viviendo?
Creo que es una pregunta válida para hacerse en estos días en donde nos vemos enfrentados a situaciones poco comunes en donde el carácter de las personas, y el nuestro, se pone a prueba.
Ante esta nueva situación, me gustaría citar y recordar el "Concepto del Kendo" definido por la Federación de Kendo de Todo el Japón (All Japan Kendo Federation en ingles) en 1975, que plantea distintos puntos para ser considerados en búsqueda de una respuesta a la pregunta que me planteo:
Concepto del Kendo
"El concepto del Kendo es disciplinar el carácter humano
a través de la práctica los principios de la Katana."
"El propósito de practicar Kendo es:
Moldear la mente y el cuerpo,
Cultivar un espíritu vigoroso,
Y mediante la práctica correcta y rigurosa,
Esforzarse para mejorar en el arte del Kendo.
Apreciar la cortesía humana y el honor,
Relacionarse mutuamente con sinceridad,
Y perseguir siempre el desarrollo de uno mismo.
Así uno será capaz de:
Amar a su país y a la sociedad,
Contribuir al desarrollo de la cultura
Y promover la paz y la prosperidad entre todas las personas."
"The Concept of Kendo" (El Concepto del Kendo) fue establecido
por la All Japan Kendo Federation en 1975
Esta definición menciona varios puntos interesantes como son "disciplinar el carácter humano", "moldear la mente y el cuerpo", "apreciar la cortesía humana y el honor", "perseguir siempre el desarrollo de uno mismo" y "promover la paz y prosperidad entre todas las personas." Me gustaría compartir mi pensamiento al respecto de los puntos citados y cómo se relacionan, a mi manera de ver, con la vida y la práctica de kendo.
"[…] disciplinar el carácter humano […]"
Empiezo con una de las definiciones de la palabra "carácter": Conjunto de rasgos, cualidades o circunstancias que indican la naturaleza propia de una cosa o la manera de pensar y actuar de una persona o una colectividad, y por los que se distingue de las demás.
Pienso que esto es uno de los factores más importantes no solo en el kendo y en cómo lo afrontamos, si no también en nuestra vida misma. Muchas de las decisiones, actitudes y caminos que tomamos en la vida, vienen a raíz del un conjunto de circunstancias que se han forjado a través de nuestra infancia, adolescencia e incluso durante nuestra vida adulta. Es un camino constante que poco a poco toma una forma más sólida y definitiva.
En el entrenamiento de kendo, muchas veces nos enfrentamos a un ejercicio difícil o que no nos atrae, pero que es necesario hacerlo para descubrir o forjar nuevas habilidades para una necesarias para una nueva etapa y para crecer en nuestra perspectiva sobre lo que somos capaces de realizar y alcanzar. Puede ser un kakari-geiko extendido. Un kirikaeshi de 50 cortes. Oikomi-geiko sin fin, etc. Puede ser cualquier dinámica a la cual no estamos acostumbrados en un principio. Pero en esos momentos es en donde podemos decidir y mostrar de qué metal estamos hechos. ¿Estamos hechos de cobre o de acero? ¿Somos como el tamahagane?
Al enfrentarnos a situaciones complicadas, o fuera de nuestra zona de confort, nos vemos obligados a tomar acciones que están atadas a nuestra forma de ver los problemas y a la vida como tal. En estas circunstancias es donde nuestro carácter se pone a prueba una y otra vez, y a su vez, es lo que lo forma para situaciones futuras o eventos similares.
¿Somos capaces de soportar el aislamiento? ¿Podemos ser correctos y evitar exponer nuestra salud y la de otros? ¿Es posible ser más considerados con los demás, aun cuando no entendamos su trasfondo e idiosincrasia? ¿Podemos pensar en los demás aún cuando esto no nos represente un beneficio directo y estar contentos con esa decisión? Son algunas preguntas que nos hacen reflexionar sobre nuestro carácter.
"Moldear la mente y el cuerpo"
Como la espada japonesa, pienso que es importante tener dos lados en nuestra vida, en la formación de nuestro carácter y en todo en general: un lado fuerte y un lado suave. La espada japonesa, durante su proceso de forja, pasa por diferentes procesos, grandes y pequeños, realizados por la sabiduría del herrero y sus ayudantes. Todo este conjunto de procesos, permite que la katana sea lo suficientemente resistente en su filo o ha, pero lo suficientemente suave en su dorso o mune, sin comprometer la integridad de su estructura durante un duelo.
Como katana, creo que nosotros debemos ser capaces de adaptarnos a los cambios, o duelos del día a día, sin dejar de lado nuestra propia perspectiva de las cosas. Más bien, ampliando nuestra consciencia y visión del mundo. No solo esto, también abrirnos hacia la perspectiva de otras culturas, idiomas, formas de pensar y de ver la vida, con ese balance de la espada: lo suficientemente fuerte para mantener nuestro propio pensamiento y creencias, pero lo suficientemente suaves para entender otras y, quizás, agrandar nuestro propia perspectiva sobre los distintos asuntos de la vida.
Al fin y al cabo, la verdad no es solo una y conocer varios aspectos de la misma, a través de diferentes vivencias personales, o de otras personas, puede ayudarnos a crear una definición, no solo más amplia del mundo, si no también sobre nosotros mismos.
¿Puedo cuestionar mis creencias, pensamientos e ideas y permitir que crezcan a partir de las creencias, pensamientos e ideas de los demás, sin comprometer mi identidad? ¿Soy capaz de tener empatía hacia otros seres humanos y adaptar mi comportamiento hacia ellos para ser compasivo, cuando sea necesario? Esto requiere de nuestra habilidad para moldear nuestra mente y cuerpo.
"Apreciar la cortesía humana y el honor"
Muchos hemos escuchado la frase, o una versión de la misma: "el kendo empieza y termina con cortesía." Me gustaría cambiarla por "el día a día comienza y termina con cortesía". Esta frase, si bien se aplica a los detalles intrínsecos de la etiqueta como son saludar, despedirse, agradecer, contribuir a un ambiente social balanceado, entre otros, no solo se refiere al espacio del dojo y/o hacia nuestros sensei, senpai y kohai.
Pienso que la cortesía es uno de los valores más importantes para mantener y cultivar a lo largo de nuestras vidas, dentro y fuera del lugar de entrenamiento. La misma etiqueta debería existir en nuestro ambiente de trabajo hacia nuestros compañeros, en la institución académica hacia nuestros profesores, superiores, así como compañeros de clase, en el supermercado cuando hacemos compras, incluso en casa hacia nuestra familia o con las personas que convivimos. Sin necesidad de ser falso, el valor de la cortesía permite que seamos sinceros de una forma proactiva, compasiva y amable hacia los demás. Nos permite tratar a las personas con respeto, atención y apertura para servir cuando sea necesario.
¿Y el "honor"? La definición según la Real Academia Española (R.A.E.) es: "cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo." Si bien el concepto de "honor" muchas veces ha sido dejado de lado, o mal interpretado a través de la historia, creo que va de la mano con la cortesía y demás valores humanos que aprendemos. Y no solo eso. El honor se construye a través del cumplimiento de nuestra palabra cuando la damos, y de las acciones que ello conlleva. El honor no lo hace uno mismo. El honor es lo que uno gana en el ojo de las personas en nuestra sociedad, a través del comportamiento en nuestro día a día frente a quienes nos rodean.
Siendo así la cortesía y el honor, ¿somos capaces de ser genuinamente corteses y honorables en todas los escenarios de nuestra vida? ¿Mostramos una faceta en el dojo y otra en casa? ¿Somos capaces de servir a los demás de manera cortés, mientras mantenemos nuestro honor, en beneficio de otros y de un bien mayor? Pienso que siempre es importante cuestionarse el rol que tenemos en cada ambiente en que nos desenvolvemos, y recapacitar si estamos siendo genuinamente corteses y honorables. Al fin y al cabo, uno de los objetivos del kendo es la búsqueda constante de auto-mejoramiento.
"Perseguir siempre el desarrollo de uno mismo"
Es fácil analizar el desarrollo personal, ¿verdad? Podríamos argumentar dentro del contexto del kendo, que se refiere a mejorar el nivel técnico, físico y psicológico de uno, a través del entrenamiento y la investigación. Si. Es cierto, es parte del desarrollo personal. Sin embargo, pienso que no solo se refiere al ámbito del kendo.
Sensei Kudo Motohide, shihan de la Asociación Ecuatoriana de Kendo, suele decir: "Tal vez es difícil vivir solo de kendo, pero el kendo le puede ayudar a vivir mejor." Como yo lo veo, lo que se hace en el dojo, debe hacerse fuera del mismo. Es más difícil y el ambiente social, profesional y personal nos da una batalla día a día, sin cuartel, que debemos enfrentar sin miedo y de forma sincera hacia los demás y hacia uno mismo.
Para poder librar una batalla en donde queremos salir victoriosos, es preciso no solo conocer al enemigo, sino también a uno mismo como lo menciona Sun Tzu en su libro "El Arte de La Guerra". Con los diferentes escenarios que enfrentamos día a día -nuestras micro-batallas- es necesario conocerse a uno mismo y procurar tener las mejores armas para lograr las victorias. Para eso, es importante estudiar los temas relacionados a lo personal y a lo profesional, siempre buscando crecer y tener el conocimiento más actualizado posible. Esto nos ayuda a que estemos preparados de la mejor manera para los desafíos que nos presenta la vida.
El desarrollo personal, claro está, no solo debe ser intelectual. La parte física también es importante, ya que -por más que suene obvio- el cuerpo es el habitáculo de la mente. Siempre debemos buscar estar en nuestro mejor estado mental y físico. Del mismo modo, no solo es necesario estudiar y crecer en los temas que nos competen, sino también aprender sobre temas generales como historia, cultura, filosofía, etc. que ayuden a que crezcamos en nuestro nivel de análisis, síntesis y comprensión de la sociedad y del mundo en el que vivimos. ¿Estás solo mejorando tu kihon o estás trabajando en tu desarrollo integral?
"Promover la paz y la prosperidad entre todas las personas"
Personalmente, creo que esta es una de las principales razones por la cuál deberíamos practicar artes marciales. A través de las artes marciales, aprendemos varios valores que son útiles para la vida, y que sobrepasan al comportamiento dentro del dojo.
Dentro del dojo, siempre procuramos llevar y generar un ambiente para la paz, la colaboración y el crecimiento personal. Para ello, dependemos no solo de nuestro propio esfuerzo, sino también del esfuerzo de nuestros maestros y compañeros quienes están buscando mejorar por si mismos. En este ambiente de cortesía, honor, respeto y auto-mejoramiento, estamos obligados a dar nuestro mejor esfuerzo en cada entrenamiento.
Nuestro esfuerzo en conjunto, nos permite compartir experiencias similares y/o únicas que pueden generar temas de conversación, estudio e investigación entre una o más personas para lograr un mayor conocimiento, o una solución, a un problema en particular. Esta búsqueda en conjunto se transforma -conscientemente o no- en un trabajo en equipo por parte de todos quienes están en el dojo, para lograr encontrar la respuesta o para pasar a una nueva etapa de la búsqueda en cuestión. Todos trabajando en equipo por un bien común, promueve que todos se esfuercen y den lo mejor para el bien colectivo por sobre el personal, consiguiendo así que todos se beneficien por igual y a su vez incentivando la cooperación y altruismo entre todos, para enfrentar nuevos desafíos.
Si pudiésemos trasladar este comportamiento de colaboración y búsqueda del bien común entre todas las personas, en los quehaceres del día a día, creo que la paz y la prosperidad sería parte de nuestra naturaleza desde nosotros hacia otros y hacia uno mismo, sin importar el ámbito en el que nos encontremos. Es por eso que la paz y la prosperidad es una de las cosas más difíciles de lograr y encontrar fuera del dojo, pero a la vez, es una de las cosas más gratificantes cuando se lo consigue realizar. ¿Qué estamos haciendo para lograr esto en nuestra sociedad? ¿Somos proactivos en la búsqueda de paz y prosperidad en nuestra comunidad? ¿Soy capaz de pensar en el bien común por sobre el propio? Preguntas para analizarlas de manera más profunda.
Conclusión
Más allá de estar en la coyuntura de la pandemia del COVID-19, o en otro aspecto social global, pienso que si existe una diferencia entre hacer kendo y vivir el kendo.
Depende de nosotros asimilar y actuar con sinceridad a nivel personal y ante las personas que nos rodean dentro de nuestra sociedad. Si bien al inicio de la práctica de un arte marcial muchas veces nuestro enfoque es el de adquirir habilidad técnica y un nivel físico acorde a lo que practicamos, creo que es muy importante involucrarse poco a poco en la parte mental y filosófica del arte, no solo para lograr una ventaja personal, sino también para poder crecer como individuo dentro de una comunidad y así contribuir en la misma dejando de lado el ego, para convertirnos en seres útiles a la sociedad de la que somos parte.
No solo eso. También preocuparnos por crecer como individuos buscando entender otras culturas y situaciones ajenas a nuestra realidad, que nos ayuden a tener una visión más amplia de las cosas que nos rodean, transformándonos en seres capaces de servir a quienes lo necesiten bajo los valores de cortesía, compasión, rectitud, honor, lealtad, sinceridad y coraje, promoviendo la paz entre las personas, apreciando la cultura propia y ajena, y finalmente viviendo una vida en donde el dojo traspasa el lugar físico en el que nos reunimos a practicar un cierto número de veces por semana, al contexto del día a día en cualquiera de los ámbitos en que nos desempeñemos y de los que somos parte.
¡Vivamos el kendo!
Escrito por José Vargas
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